Expectantes, miramos hacia la puerta de entrada a la piscina para captar las imágenes de la llegada de más de 600 personas y 400 perros. Imágenes que nos harán soñar el resto del año y que esperamos que viajen a través de las redes sociales para dar un mensaje: la convivencia de personas y perros en espacios públicos es posible.
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Solo es necesario respeto, unas mínimas normas de convivencia y gente dispuesta a cumplirlas. El resultado siempre es el mismo: si se quiere, se puede.
Siempre hay un primer valiente que se aventura hacia el borde de la piscina y sin pensarlo, nos regala ese primer salto al que le seguirán muchos otros. Pelotas que recorren el agua, que se sumergen y flotan, perseguidas por los amantes del juego. Saltar, nadar, recoger la pelota, sacudirse el agua y vuelta a empezar. Como incansables y eternos infantes los perros juegan fuera y dentro del agua, sus amigos humanos nadan junto a ellos, juegan con ellos o descansan sabiendo que este es un día diferente. Un día de esos en los que nadie te increpará por llevar al perro suelto, porque se acerque a un desconocido en busca de una caricia o se siente frente a un extraño para ver si hay suerte y le da algo de comida.
Quizá, el día esté nublado y el aire sople de vez en cuando recordándonos que estamos a las puertas del otoño, pero durante una jornada todos somos niños disfrutando de algo tan diferente como necesario y soñamos que llegará ese día en que lo diferente será norma.
Una año más, la Asociación Doganzo, junto con el Ayuntamiento de Daganzo, lo hacen posible. Un encuentro salpicado de gotas de agua, de diversión y de alegría. Compartir espacio con esa parte de nuestra familia que nunca es bienvenida en ninguna parte. Recaudar fondos para Doganzo, que con ayuda del Ayuntamiento y gracias a la labor de sus voluntarios, gestiona las colonias de gatos del pueblo. Invitar a otras asociaciones que dirigen albergues y perreras para dar a conocer su labor y a sus perros, y obtener algunos fondos con las ventas del mercadillo solidario. Permitir que esos perros, los que buscan hogar, pasen un día en libertad haciendo aquellas cosas que rompen la rutina.
Poco a poco, tras un día agotador, la piscina va quedándose vacía. La hora de cerrar está a punto de llegar y las últimas carreras de los perros sobre el césped aún llenan nuestros ojos. Un último chapoteo, una pelota olvidada, una gota de agua que resbala hacia la nada…
Mercedes Alonso, escritora y miembro de Fotopets.
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